Si nos preguntamos: “¿es el saber informático ampliamente tecnificado el que nos presenta problemas que pueden ser resueltos por una reflexión filosófica? o, quizás, ¿es este saber el que puede responder por sí solo a este tipo de problemas?”, podríamos responder definiendo a los objetos informáticos según la perspectiva ontológica interna elaborada por Carnap, en la que la realidad de un objeto está dada por un “mundo posible” y su existencia por su adaptación a los diferentes elementos del mundo dado. Así, el saber informático se presenta bajo diferentes mundos tales como el de los fenómenos empíricos, el del lenguaje, de los cálculos, de los sistemas formales generales y de la complejidad. Estos mundos son el soporte de la construcción de los objetos y dentro de cada uno de ellos hay problemas filosóficos y epistemológicos auténticos. Estos mundos conforman una “genealogía” del saber informático y ellos en conjunto muestran a un objeto informático en su totalidad.