El crecimiento de la población urbana y su expansión sobre el territorio generan periferias transitorias causantes de bordes fragmentados, así como comunidades afectadas tanto al interior de las ciudades como en áreas rurales. Los bordes deben ser vistos como espacios de transición y articulación, ofrecen amplias potencialidades que permiten intervenciones articuladas en términos sociales, ecológicos y funcionales, más aún en ámbitos tan diversos como los que presenta Bogotá. Pensando en el borde como una oportunidad para generar una intervención se plantea el concepto de ciudad de borde , propuesta a partir de la generación de una nueva centralidad, con áreas de vivienda, equipamientos y espacio público tanto para la nueva población residente como para la antigua, todo esto a partir de la protección de áreas de reserva y pensado como contención de posibles asentamientos futuros.