En ciertas ocasiones, la narrativa puede entregar una percepción reduccionista de los trabajadores. Es el caso de la novela de Mario Vargas Llosa El sueño del celta (2011). En su discurso, el escritor peruano explica eventos históricos relacionados con los trabajadores del caucho en los cuales participó el irlandés Roger Casement. El escritor alude a la investigación publicada acerca de los problemas enfrentados por los trabajadores. Sin embargo, no logra advertir que estos trabajadores son los mismos en el Congo y en la Amazonía: solamente trabajan, carecen de otra dimensión y nunca se convierten en verdaderos seres humanos. Hay, pues, en esa narrativa reduccionista, un segundo discurso occidentalizante.