Del carácter social de la ética podría obtenerse una conclusión: donde no hay por lo menos dos personas no existen —ni pueden existir— problemas morales. A esta conclusión parecen llegar algunos filósofos con los cuales el autor del presente artículo se confronta. ¿Si se asume que con Kant cada persona tiene dignidad, pero nunca precio, no habría que aceptar, también con él, que cada uno debe respetarse a sí mismo como si se tratara de otra persona? Desde la perspectiva de la filosofía de Kant se examina aquí la posibilidad de los deberes morales del hombre para consigo mismo.