Este proyecto se plantea como una reflexión introspectiva sobre el cuerpo desde una mirada topográfica y territorial, que explora su superficie anatómica como un espacio y la recrea en una segunda piel de arcilla que se ve afectada por factores corporales y naturales que son determinantes en el proceso de la cerámica, como el tiempo, el peso, la fuerza, el aire, el agua, la tierra, el fuego y la piel.
Este cuerpo pensado desde la fragmentación desea reconstruir su desnudez abierta y hueca como metáfora al conjunto de relaciones infinitas que lo componen. Una reivindicación del cuerpo rajado porque en él está todo el significado de la vida y en él descansa la huella del instinto.