Detenerse hoy en día es impensable. El hombre contemporáneo se convirtió en una herramienta de producción. El hacer es prioritario y hay que mostrar resultados en el menor tiempo posible. Por eso parar significa volverse inútil, uno de los grandes miedos. Se llegó a un punto de intolerancia a la quietud que el afán es lo único que el cuerpo y la mente conocen.
Es necesario un espacio para el silencio, la calma y sentir el presente. Cuando lo valoramos y hacemos conciencia de que somos dueños de este entonces podemos disfrutarlo plenamente.
Esta instalación llama a Estar Presente. Invita a parar, a sentarse y contemplar. Ver un hecho natural y al mismo tiempo verse a sí mismo reflejado en él. Es una invitación a alargar el presente y a tranquilizar el cuerpo siendo conscientes de este a través de la observación del pulso.