La democracia, siendo la base del Estado moderno, no es solo una forma de gobierno sino su fundamento y, en últimas, aspira a convertirse en el fundamento de la sociedad. La pregunta que busca resolver este texto es si esta fundamentación indiscutible del poder en la democracia parte de presupuestos religiosos. Si consideramos que toda posición política es consecuencia de una posición teológica, puede concluirse que la democracia es un fenómeno religioso bajo el velo de aparente laicidad del llamado Estado neutral.