La primera sección de este artículo recupera y analiza tanto el clima académico como la estructura de sentimientos emergentes en la última década del siglo XX que contribuyeron a la expansión de los estudios sobre la afroargentinidad hasta el momento presente. En la segunda parte apunto a la lógica negadora, fundamental para el principio constructivo del imaginario de la identidad nacional argentina y ejemplifico su aplicación en el mismo nombre del país. Destaco el valor de los capitales simbólicos perdidos con una de las primeras grandes figuras históricas de la tradición borrada (Joaquín Lenzina) y con una de las últimas (Gabino Ezeiza).