La vigencia de la pregunta antropológica por el hombre en el contexto de una reflexión general sobre la naturaleza y la posibilidad de la comunicación es indiscutible e incuestionable. Así, la pregunta por lo que realmente somos no se puede hacer de espalda al hecho de que la técnica ha entrado a jugar un papel relevante en el escenario de la comunicación como una herramienta de compensación del hombre. Este es un hecho que debe ser examinado con cuidado, pues parece que nos hemos topado con una paradoja, ya que la intención social de la comunicación, a saber, la creación y cohesión del vínculo social, está amenazada por el mismo despliegue de la comunicación mediada por la técnica y La tecnología, pues parece que aquello que es posibilidad se ha convertido en la fuente de suimposibilidad. Es decir, aquello que ha facilitado el despliegue de la comunicación en nuestro siglo se ha convertido también en su peligro. Por ello, la ruptura del tejido social, el vaciamiento de sentido, el resquebrajamiento de la visión de mundo, la soledad del hombre y el surgimiento del individualismo, del hedonismo esquizofrénico son los fenómenos que nos muestran una crisis de sentido, que se expresa en lo que hemos denominado el malestar en la comunicación. No cabe duda que nos enfrentamos a una lenta precariedad de los vínculos humanos en una sociedad marcada por el individualismo, el exceso de subjetivismos y por la volatilidad de las relaciones. Igualmente, las redes sociales que el hombre teje alrededor de la información y de la comunicación muestran tan solo en apariencia la existencia de una comunidad, pues su contenido es tan vacío como el interior del hombre que las habita y se mueve en ellas. Por tanto, se hace necesario la reflexión desde la antropología filosófica para entender el comprender del hombre moderno y dar paso a la pregunta por la piedad del pensar en un siglo marcado por las exacerbaciones individualistas del hombre moderno y llegar finalmente a nuestra última pregunta por la forma cómo se puede vislumbrar la piedad del pensar volcado hacia la autocomprensión de la comunicación.