Este artículo propone revisar la interpretación musical a la luz de la semiótica de Peirce, como el ejercicio de generar nuevas representaciones de una obra musical, entendiéndola como un objeto virtual al que solo podemos acceder por medio de signos. Cada uno de ellos nos permitirá conocer algo más, en alguna extensión, bien de la obra musical, bien de la visión particular de cada intérprete, de tal manera que su estudio se constituya como práctica esencial en la formación de un intérprete musical. Su análisis detallado, posible gracias a las tecnologías de fijación y almacenamiento de audio e imagen, tiene como propósito observar la manera en que el intérprete utiliza sus recursos gestuales y escenográficos para potenciar, acompañar o contrastar el discurso sonoro de su interpretación, así como evaluar los niveles de congruencia alcanzados al decir lo mismo de dos maneras distintas, a saber: auditiva y visual.