En las próximas líneas buscaré resaltar las limitaciones que se presentan en la aplicación de este tipo de indicadores para la creación científica, sin insistir en el carácter evidentemente práctico de esta tendencia administrativa para quienes se han convertido, más que en promotores de la ciencia, en sus intransigentes fiscales, que acuden a herramientas típicamente elementales y monodimensionales con las que reducen el complejo universo del pensamiento a unidades de producción cuantificable en el corto plazo.