En este libro investigo el modo en que el archivo burocrático le dio forma a la práctica artística en el siglo XX, del montaje dadaísta a la instalación finisecular. Más específicamente, propongo que el uso de archivos en el arte de fines del siglo XX reacciona en una variedad de formas al asalto de las vanguardias de los inicios de esa centuria contra la objetivización (y fetichización) del tiempo lineal y el proceso histórico. A lo largo del ensayo espero hallar respuestas tentativas a algunas interrogantes formuladas por Allan Sekula en el ensayo “El cuerpo y el archivo”: “¿Hasta qué grado la práctica modernista autorreflexiva se acomodó al modelo del archivo? ¿Hasta qué grado los modernistas, consciente o inconscientemente, resisten o subvierten el modelo del archivo?”1 . Al archivo al que hace referencia Sekula se lo percibe como una clave del sueño moderno del control total de la abarcadora disciplina administrativa; es decir, como un gigante archivero en el centro de una realidad fundada en una racionalidad ordenada. Espero, entre otras cosas, revelar una alternativa a esta noción dominante; alternativa que exponga el lado irracional de la conexión archivística de la modernidad y que le dé a esta su necesaria tracción histórica