A partir de una revisión de los modelosantropológicos del Context Group, y al avanzar hacia una crítica del modelo de “bienes limitados”, el autor argumenta que las Bienaventuranzas deben ser entendidas como proclamaciones de gracia, no de honor; como expresión de júbilo ante bienes ilimitados, no como aforismos de reputación y dignidad. La misericordia enunciada en Mt 5,7 es entonces un don ilimitado, una gracia no enmarcada en las condiciones retributivas aún presentes en el primer Evangelio, pues esto no correspondería a la visión libre del Dios Abba que Jesús proclamaba. La reflexión teológica al final del artículo puntualiza esta distinción.