El cuerpo como un organismo que examina y experimenta su sentido por sí mismo,
puede ser partícipe de un estado iluminativo de su propio ser; el cuerpo abastecido por cualidades sensibles que hacen de éste un lugar habitable, se convierte en un espacio de experimentación sensitiva tanto corporal como espiritual, un cuerpo transparente, abierto ante las posibilidades emocionales que subyacen a su alrededor. El recuerdo de otros cuerpos, la memoria y la fuga como instantes inevitables en la existencia, es la forma de habitar y de permanecer hasta que llegue el fin del otro.