Lo que comenzó siendo un experimento alrededor del pasto -kikuyo- como materia y objeto de identificación termina siendo el reconocimiento del Kikuyo como un sujeto que se acerca sin querer a muchos otros sujetos.
Es a través de la quietud, la observación y el cuidado del Kikuyo como una planta doméstica -o de jardín sin jardín- que aparece el sujeto que la ciudad antes no permitía ver, dando como resultado un cambio en la manera cómo el autor articulaba sus ideas sobre el mundo, dejando de lado un pensar dualista sobre hacer y no hacer, ser y no ser. Siendo menos exacto para lograr hablar más exactamente de las cosas, entendiendo que al quedarse quieto se hace mucho.