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Después de la etapa del conflicto armado en Colombia ha surgido la necesidad de un cambio en la manera en la cual se establece la relación de las personas y su entorno en un momento de la historia en donde se determina que debe haber una recomposición de la sociedad. Sin embargo, la situación de muchos municipios aún sigue siendo precaria y se da precisamente por el olvido del desarrollo del campo y sus comunidades. El posconflicto es una oportunidad enorme para el país en materia de desarrollo y construcción de paz, por eso es importante cuestionarse el rol de la arquitectura en él. Debe ir más allá de un aspecto físico y comprender el vivir de la gente, la diversidad y lo que los hace ser una comunidad única; así plantear soluciones reales acordes a la naturaleza del lugar y su gente. Sin embargo, las alternativas de desarrollo territorial se convierten a veces en utopías y una realidad trágica para los pueblos que se han visto sumergidos en el abandono; tal es el caso del municipio de Tumaco en el departamento de Nariño.
Este es uno de los ejemplos más interesantes de complejidad social, ambiental, política y económica en Colombia, por sus relaciones que se mueven entre lo biodiverso de la cultura pacífica y lo trágico de la lucha por el territorio, conflictos armados e ilegalidad. El municipio se ha visto gravemente afectado por la plantación de los cultivos ilícitos, siendo el territorio que presenta el mayor número de hectáreas sembradas de coca a nivel nacional. Las consecuencias que ha traído esta situación es que se han vulnerado los derechos territoriales, las costumbres, tradiciones, formas de vida y arquitectura de una cultura diversa. El territorio quedó a la deriva, las tierras no tienen dueños y esto facilita que se ejerza el control por parte de grupos ilegales todavía y expansión de la cultura ilegal.
Pero, por otro lado, también es un territorio con muchos potenciales, por su hidrografía, bosques, manglares y diversidad en cultivos. Por ejemplo, allí se da uno de los mejores cacaos del mundo, de los cuales ha habido reconocimientos y es un potencial enorme para el desarrollo productivo de la región. Lastimosamente, de este territorio son más las noticias malas que se oyen que las buenas. Entonces, el cuestionamiento parte inicialmente de la manera en la cual por medio de la arquitectura se pueden resaltar todos estos potenciales y cambiar la perspectiva del territorio. De ahí la importancia del desarrollo de un espacio que logre entender los valores ancestrales que se han ido difuminando entre tanto conflicto y poder reestablecer el tejido social.
Las soluciones planteadas frente a la sustitución de cultivos ilícitos no han logrado más que soluciones a corto plazo. Pero es que es precisamente en la premisa de las soluciones donde está el error, el verdadero problema no son los cultivos de coca, sino en lo que se pueden transformar. Por esta razón, se requiere primero un cambio de perspectiva frente a estos, volver a entender su gran valor ancestral cultural, medicinal, y propiedades como una planta para sacar provecho de esta. Pues, en últimas, la mayoría de las personas que hacen parte del negocio desde las zonas rurales y campesinas, no quieren estar en él ya que ha traído consecuencias negativas, junto con un alto deterioro social. Sin embargo, mediante la enseñanza de los beneficios del cultivo, se puede establecer una lucha más directa contra el problema de las drogas.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, la idea constructora del proyecto es la Sinergia, la cual establece que el todo es mayor que la suma de las partes, por tanto, existe un rendimiento mayor o una mayor efectividad que si se actúa por separado. La Sinergia Rural plantea la acción en conjunto de los dos cultivos (hoja de coca y cacao) para desarrollar un producto con gran potencial en la región y como alternativa al problema del uso ilícito para la disminución de la violencia y mejorar la calidad de vida de los habitantes. El objetivo del proyecto es brindar a las comunidades de la vereda de Alto Mira en Tumaco un espacio en donde se pueda dar esa transformación de los productos y que permita a la comunidad establecer una cadena productiva en torno a un nuevo uso de sus cultivos, y, a su vez, empoderándolos a través de la educación sobre los procesos de producción desde la cosecha hasta la distribución. Así, los espacios diseñados, ofrecen áreas óptimas para el desarrollo de cada etapa del proceso productivo y de transformación. Esto es también una ventaja frente a los demás productos locales, pues genera competitividad, pero también colaboración territorial. Así, la importancia principal del proyecto está en el cambio de perspectiva de la sociedad para poder desarrollar proyectos de vida enfocados en la legalidad.
Un Centro Artesanal de procesado implica que establezcan espacios para el manejo de los productos de forma tradicional para continuar con las costumbres y generar una enseñanza cultural del manejo de los cultivos, pero, a su vez, genera espacios de relaciones entre dos productos que no convencionalmente trabajan de la mano. Por lo cual es muy importante el diseño arquitectónico de manera que logra relacionar dos cultivos espacialmente para poder transformarlo en un producto que brinde oportunidades a la comunidad. A su vez, el Centro Artesanal se relacionan con la forma de vida de la comunidad rural, pues se ubica en una zona donde hay asentamientos y un pequeño puerto, lo cual permite que las personas se apropien del lugar y puedan, a su vez, comercializar los productos. Esto determina una cadena productiva empezando desde el diseño arquitectónico para la transformación, hasta la movilidad por los ríos.
En síntesis, se busca el mejoramiento integral de las condiciones de vida por medio de la implementación material de la infraestructura adecuada donde se pueda brindar la mayor capacidad de alternativas sostenibles a largo plazo y adecuadas para el tratamiento de los productos. Por esto, es importante desarrollar un proyecto con el uso de técnicas autóctonas (palafitos) y materiales de la región, principalmente la madera, para que sea apropiado por la comunidad, además logre entender la arquitectura también como una herramienta de construcción de comunidad. Todo eso conduce al restablecimiento del tejido social con bases sólidas para un desarrollo social y económico sustentado en la participación de la comunidad y la capacidad colectiva como territorio del pacífico de establecer una identidad territorial que se proyecte para hacer un territorio de paz.