La mayoría de disciplinas de la universidad ha impulsado políticas de investigación que responden a necesidades específicas y facilitan los procesos relacionados. Sin embargo, las escuelas de artes –incluyendo en esta categoría a la música, las artes escénicas, etc.–, por ser relativamente jóvenes en el ámbito académico, apenas han podido desarrollar reflexiones propias con respecto a este tema.
Aunque las escuelas de artes existen desde hace varias décadas, solo después de 1990 empezaron a funcionar dentro del ámbito universitario, con las particularidades administrativas y prácticas que eso implica. Esta novedad en la cultura académica trajo dos cambios: el primero en el ámbito disciplinar, pues el enfoque pasó de la transmisión del conocimiento del maestro al alumno a la producción del conocimiento de ambas partes; el segundo, en el ámbito epistemológico, fue la necesidad de plantearse la siguiente pregunta: ¿es posible construir conocimiento desde las artes?
La respuesta es que sí es posible, pero solo a partir de metodologías, técnicas y problemas propios. Para enfrentar los retos y los problemas que abundan en este momento –por ejemplo, la falta de consenso para presentar o evaluar convocatorias de investigación– se hace necesaria una política de investigación e innovación que permita crear herramientas propias para divulgar, medir y fomentar esa forma particular de investigación de las artes.