Al ser una mujer de piel negra nacida en Bogotá, reconozco dos categorías que operan en mi vida práctica y cotidiana; el género y la raza. Éstas han traído consigo posibilidades y limitaciones, debido a experimentar la lectura propia y ajena de mi identidad, a partir del estereotipo. La "decoloración" responde a la adopción de represiones desde el propio cuerpo, bien sean auto impuestas o impuestas por el "otro", ante la necesidad de adaptación. Propongo entonces el desarrollo de mecanismos de respuesta, teniendo como principal punto de partida el ejercicio autobiográfico, entendiendo así la cartografía familiar en sí misma, desde la práctica discursiva como posible resistencia.