La adaptación en forma de película de Jaime Humberto Hermosillo del cuento de Elena Poniatowska “De noche vienes”, De noche vienes, Esmeralda (1997), cuestiona y desafía las normas de género sexual, tal como lo hizo Sor Juana en sus escritos. A diferencia de la autora del diecisiete, sin embargo, demuestra el poder de la mujer a través de la sexualidad y la emoción, revelando cómo tales impulsos pueden subvertir e interrumpir la Ley del Padre. La película abre la posibilidad de explorar, explotar y domesticar la mirada masculina—históricamente parte del aparato que suprime a la mujer—y ofrece la alternativa de una mirada femenina polimórfica, la que contradice los efectos del patriarcado. Mientras la película cuestiona las convenciones y tradiciones patriarcales, también nos pide que pongamos a un lado presunciones inconscientes del decoro y que investiguemos paradigmas alternativas de la sexualidad y del papel de género sexual en el México contemporáneo. La protagonista Esmeralda, ser encarnado por excelencia, revela el vacío bajo las reglas y regulaciones del capitalismo patriarcal, en su forma nacionalista mexicana. Al asumir la posición de la mirada femenina polimórfica, el público puede participar en una perspectiva alternativa de la vida, la que permite la expresión libre del amor y de la sexualidad, fuera de las normas establecidas por la iglesia y el estado.