Entre 2015 y 2016 nació Hay Fuego en el 23 en Buenos Aires Argentina, una fiesta de salsa brava hecha y frecuentada por migrantes colombianos, y de otros países de la región, radicados en Buenos Aires Argentina. Este trabajo analiza esta fiesta, entendiéndola como una práctica cultural cuya performance contribuyó a la redistribución de lo sensible (Yepes 2012; Ráncière 2009), es decir, a la reordenación y resignificación de los sentidos de identidad, cuerpo, migración y la vida misma, así como el lugar que ocupan los migrantes "latinos" en el tejido cultural y político de la Nación Argentina. Adoptando el enfoque afectivo y el modelo heurístico de Sarah Ahmed (2004), este trabajo describe y analiza la experiencia migratoria de los participantes frecuentes de Fuego, retomando el trabajo etnográfico que la autora desarrolló en el año de existencia de la fiesta y complementándolo con entrevistas etnográficas, en busca de la reconstrucción narrativa, sus significados y emotividad. Finalmente, muestra que la mítica fiesta salsera Hay Fuego en el 23, lejos de ser un simple espacio de esparcimiento y catarsis, se convirtió en un espacio cultural que evidenció y transformó las relaciones de poder racistas, xenófobas y multiculturales que sujeciona al migrante latinoamericano en Buenos Aires, constituyéndose como una táctica de agencia y reexistencia (De Certau, 2000; Achinte 2013).