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dc.contributor.advisorSolarte Rodríguez, Mario Roberto
dc.contributor.authorCala Navarro, Pablo César
dc.date.accessioned2021-07-02T21:16:24Z
dc.date.accessioned2023-05-10T17:06:16Z
dc.date.available2021-07-02T21:16:24Z
dc.date.available2023-05-10T17:06:16Z
dc.date.created2021-05-24
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/20.500.12032/89888
dc.description.abstractLo que pretendí con esta reflexión filosófica, titulada: Lo ha sido, sigue siendo. La búsqueda de los desaparecidos como el Jetztzeit o tiempo ahora, fue desarrollar en dos capítulos las preguntas acerca de ¿Cómo aborda Benjamin el problema de la historia? y ¿Cómo la búsqueda de los desaparecidos es Jetztzeit o Tiempo-Ahora? Sobre la primera pregunta, desde algunas de sus tesis, en especial la tesis XIV, pude comprender cómo el pasado no ha pasado y lo ha sido sigue siendo; desde el concepto Jetztzeit, que se suele traducir en castellano como Tiempo-Ahora, desde la novedad y fugacidad de la imagen dialéctica, en particular en la comprensión del nuevo concepto de historia expresado en la imagen del Angelus Novus, el Ángel de la Historia. Lo que ha sido que sigue siendo es la memoria, como imagen dialéctica, donde está dada la percepción del tiempo histórico en su realidad misma, como yuxtaposición de momentos cualitativamente diferentes los unos de los otros, en particular desde la comprensión de la guerra, sus vencedores y vencidos, las esperanzas y catástrofes, las víctimas y su redención en la historia. Donde “los sufrimientos pasados no quedan abolidos por el futuro, ni siquiera triunfante, que pretende darles un sentido, como tampoco las esperanzas truncadas se ven desautorizadas por los fracasos que parecen sancionarlas”, (Mosès, 1997, p. 22) y la actualización del tiempo histórico, el Jetztzeit, constituye la nueva visión de la historia, comprendida como el salto dialéctico en la comprensión del Tiempo-Ahora que supera el nexo causal entre diversos momentos de la historia, y se concibe como presente, como lo ha sido que sigue siendo, donde no puede ser predecible el futuro de antemano, ni existe un fin de la historia, sino que la novedad se presenta como condición de posibilidad, en movimiento abierto. Es la posibilidad de comprender la historia desde otra perspectiva, la de los vencidos y las víctimas, como sujetos de transformación, de posibilidad de emancipación y utopía, donde lo pasado es comprendido en “la imagen dialéctica (que) es una [imagen] relampagueante. Así como una imagen que relampaguea en el ahora de la cognoscibilidad ha de aferrarse firmemente lo sido”, (Benjamin, 2009, p. 113) para ser preservado en el presente, en la memoria histórica. Y esta es la labor del historiador, podríamos decir del filósofo, emancipar el pasado y proteger el presente, es la memoria abordada desde el ahora, en la imagen dialéctica, que da contenido a la historia: “en la imagen dialéctica está lo sido de una determinada época, pero siempre a la vez lo ‘desde siempre sido’”. (Benjamin, 2009, p. 98) En la memoria, como imagen dialéctica, está “lo sido” y lo “desde siempre sido”, con lo que “sigue siendo”, con el Ahora. Es el pasado que no ha dejado de pasar, que se actualiza en el ahora, un pasado reconocido en la imagen dialéctica, donde lo sido comparece con el ahora, se actualiza aquello excluido, marginado y desechado por la historia de los vencedores, por el historicismo. Es la construcción desde los destrozos, lo excluido, desechado, lo que fue marginado, donde “las cicatrices del pasado remiten a todo un mundo de circunstancias que las explican y que quedan vinculadas con ellas”, (Mate, 2006, p. 267) donde algo minúsculo puede representar el todo, la imagen dialéctica. La memoria, como Tiempo-Ahora, como experiencia de tiempo histórico, es la actualidad que “socava desde el interior la coherencia del tiempo histórico, hace que salga de sus casillas, lo pulveriza en innumerables instantes mesiánicos. Esta forma de actualidad, “la única verdadera”, es la que encarna el Ángel de la Historia”. (Echeverría, 2005, p. 21) El Ángel de la Historia, evocando la imagen del Angelus Novus de Paul Klee, es para Benjamin la representación del tiempo actualizado, del presente, del Tiempo-Ahora. En este sentido, el Ángel es la imagen dialéctica, la representación, de la redención y la de la utopía. El Ángel “tiene el rostro vuelto hacia el pasado”, pero “Bien quisiera demorarse, despertar a los muertos y volver a juntar lo destrozado”. (Benjamin, 2009, p. 115) Es la imagen dialéctica, la imagen de la interrupción mesiánica de la historia en el instante de peligro, en el presente, como memoria. En el segundo capítulo desarrollé la pregunta ¿Cómo la búsqueda de los desaparecidos es Jetztzeit o Tiempo-Ahora? Abordé la comprensión de la experiencia vital de quien busca como creación de memoria, el hacer memoria no solo en el plano individual sino como memoria colectiva, memoria histórica, lo ha sido que sigue siendo. Buscando concluir que la búsqueda de los desaparecidos es la permanencia en el ahora, desde la imagen dialéctica que hace presente lo ausente, en la memoria que emancipa la historia de lo excluido, de lo olvidado, recreando la historia del desaparecido y quien le busca en el presente, la historia como Tiempo-Ahora. En este capítulo desarrollé la imagen del desaparecido como imagen dialéctica, en una reflexión desde la comprensión del Ángel de la Historia, como memoria histórica. Para lo cual hice uso de la experiencia de búsqueda de dos personas desaparecidas, por parte de sus familiares con la Fundación Hasta Encontrarlos, organización de derechos humanos a la que pertenezco, dedicada a la labor de buscar y encontrar a las personas desaparecidas forzadamente desde acciones de memoria, acceso a la verdad y justicia. Desde la imagen del desaparecido poder comprender la labor de hacer memoria, como la labor del historiador, en este caso como labor de quienes los buscan. La reflexión en este capítulo abordó a Benjamin nuevamente desde las “tesis” Sobre el concepto de historia, en especial desde la Tesis II, para desarrollar la comprensión de la memoria histórica como acto de la conciencia, individual y colectiva, que evoca el pasado para transformarlo. Es el hacer memoria desde la utopía y las esperanzas truncadas que renacen desde la rememoración o conmemoración. Así, el pasado sigue vivo en la rememoración y es reinventado en la novedad del presente, en el Tiempo-Ahora: El pasado lleva consigo un secreto índice, por el cual es remitido a la redención. ¿Acaso no nos roza un hálito del aire que envolvió a los precedentes? ¿Acaso no hay en las voces a las que prestamos oídos un eco de otras, enmudecidas ahora? ¿Acaso las mujeres que cortejamos no tienen hermanas que jamás pudieron conocer? Si es así, entonces existe un secreto acuerdo (entendimiento, compromiso – Verabredung – encuentro o cita) entre las generaciones pasadas y la nuestra. (Benjamin, 2009, pp. 39-40) La memoria histórica, la rememoración, es la presencia de la ausencia, en la labor de quien siendo testigo de la historia hace la actualización del Tiempo-Ahora, como un encuentro entre pasado y futuro que se da en cada instante del Ahora, el presente. De esta manera, la labor del filósofo o el historiador, es la de “inclinarse sobre el desastre, vendar las heridas y resucitar a los muertos”, es la labor de quien busca a los desaparecidos, desde la memoria, desde las experiencias vitales de los excluidos, los vencidos, las víctimas de las guerras, y en el caso de la realidad de las personas desaparecidas forzadamente y de quienes los buscan, hasta encontrarlos. La experiencia vital, es lo particular que hace comprensible la memoria, y ella a su vez polariza pasado y presente, lo ha sido con el ahora, con lo que sigue siendo. Desde la experiencia vital, la memoria es como una constelación saturada de tensiones, donde lo particular es el campo de fuerzas donde se polarizan pasado y presente. En lo particular, como experiencia vital, desde el secreto acuerdo entre las generaciones pasadas y la nuestra, comparece lo sido y el ahora, se tiende un puente entre el pasado y el presente, en el presente de quienes buscan se construye la historia como lo sido que sigue siendo, la presencia de los desaparecidos. El tiempo, en la desaparición forzada, se expresa en la memoria histórica, relampagueante en quienes buscan en el presente. La presencia-ausencia del desaparecido está dada en quien lo busca, en la memoria y el objeto de hacer memoria, en la imagen del desaparecido como imagen dialéctica, la que “ha vuelto el rostro hacia el pasado” siendo testigo del presente, donde observa lo catastrófico y al tiempo lo utópico. El tiempo histórico – la memoria – es la diversidad de expresiones de un mismo rostro o de múltiples rostros, diversidad de alternativas de comprender la historia, desde la víctima, desde los vencidos. Es la comprensión de la historia en su novedad, en la imagen de lo catastrófico o lo emancipatorio. El rostro o los rostros de los desaparecidos son imágenes dialécticas, que como en la imagen del Ángel de la Historia actualizan la historia en su movimiento, en condiciones de posibilidad, como imagen cargada de fugacidad y novedad. Lo que logré como conclusiones y perspectivas frente al abordaje realizado, es que la principal comprensión frente a la memoria, desde la reflexión filosófica con Benjamin es que La memoria es lo ha sido que sigue siendo, y en tal sentido la comprensión de la historia es el Tiempo-Ahora. Pero, el problema de la historia abordado por él no es posible, ni deseable que sea algo dado por resuelto o concluido; sigue siendo el concepto de historia una estela de un complejo movimiento, como él mismo lo expresa, una constelación, donde el discontinuo de la historia es el discontinuo de su misma comprensión, el desarrollo del concepto de historia sigue en formación, pendiente y en proceso. En esta visión de la historia debe brillar el instante de peligro, como un salto de comprensión de lo ha sido que sigue siendo, de encender en lo pasado la chispa de la esperanza, actualizando el tiempo histórico, como el Jetztzeit o Tiempo-Ahora. Es la comprensión de la historia como “el salto del tigre hacia lo pretérito” (Benjamin, 2009, p. 48), es el salto dialéctico del Tiempo-Ahora que rompe con el historicismo, y se concibe como presente, como novedad, en la posibilidad de lo catastrófico o lo emancipatorio, del terror o la utopía. Es la posibilidad de comprender la historia desde otra perspectiva, la de los vencidos y las víctimas, como sujetos de transformación, de posibilidad de emancipación y utopía. La memoria emancipa el pasado y protege el presente, como Tiempo-Ahora. El papel del historiador, del filósofo, es emancipar el pasado y proteger el presente, es la memoria abordada desde el ahora, desde la imagen dialéctica, que da contenido, interpreta y escribe la historia. En la memoria, como imagen dialéctica, está “lo sido” y lo “desde siempre sido”, con lo que “sigue siendo”, con el Ahora. Es el pasado que no ha dejado de pasar, que sigue siendo y aparece de forma fugaz, como imagen dialéctica. Para apreciar, captar, ver la imagen dialéctica, es necesario el despertar, restregar los ojos, reconocer la imagen e interpretarla, ese es el rol del historiador, de la memoria. Esta imagen dialéctica, como interrupción del acontecer, como dialéctica en suspenso, es como “una interrupción mesiánica del acontecer o, dicho de otra suerte, de una chance revolucionaria en la lucha por el pasado oprimido” (Benjamin, 2009, p. 50). Donde la “chance revolucionaria” es el salto “a una determinada época del decurso homogéneo de la historia” y a una “determinada vida de la época”, es la superación de la relación temporal del presente con el pasado, donde la dialéctica en suspenso es la imagen de aquello en lo cual lo sido comparece con el ahora, y cada ahora es el ahora de una determinada cognoscibilidad, de una verdad que ha estado oprimida, marginada, excluida. La “chance revolucionaria”, en Benjamin, es la oportunidad de superar uno de los bastiones del historicismo, “el más fuerte y el más difícil de asaltar. Se presenta como la “empatía con el vencedor”. Los que en cada momento mandan son los herederos de los que alguna vez triunfaron en la historia” (Mate, 2006, p. 135). Superar la “empatía con el vencedor”, es romper con el continuum, como oportunidad revolucionaria en la lucha por el pasado oprimido, recreando lo catastrófico: “la historia no tiene sólo la función de apoderarse de la tradición de los oprimidos, sino también de crearla [la tradición de los oprimidos]” (Mate, 2006, p.139). La “chance revolucionaria” es entonces la oportunidad de recrear la tradición de los oprimidos como discontinuo de la historia, la historia como Tiempo-Ahora. La memoria descifra en el presente las huellas que ha dejado en él el pasado y, al tiempo, devela el futuro comprendido como actualización, lo ha sido que sigue siendo. La memoria es creación, crea su propia historia, la historia de lo excluido, de lo olvidado, recrea la historia, la historia como Tiempo-Ahora, la historia como tradición de los oprimidos. En Benjamin, la utopía es una función de la memoria. Las esperanzas perdidas de las generaciones son el terreno sobre el que estamos construyendo nuestros propios sueños. La memoria histórica como acto de la conciencia que evoca el pasado para transformarlo, es la labor de quien busca a los desaparecidos, desde la memoria, como el Tiempo-Ahora, como la permanencia en la historia de los desaparecidos, hasta encontrarlos. Los vencidos en la historia, las víctimas, interpelan en el presente, actualizando las utopías y esperanzas pasadas, que desde Benjamin se comprende como “una débil fuerza mesiánica, sobre la cual el pasado reclama derecho” (Benjamin, 2009, pp. 39-40), esto es la memoria. Es el secreto acuerdo de una cita entre el pasado y el presente, entre las generaciones pasadas y la nuestra. Entre los desaparecidos y quienes los buscan, haciendo memoria en el proceso, desde la experiencia vital de los vencidos, de los desaparecidos como de quienes los buscan, como posibilidad de emancipación en el Tiempo-Ahora, y esa emancipación es el no olvido, la ausencia-presente, la memoria. La presencia-ausencia del desaparecido está dada en quien lo busca, en la memoria y el objeto de hacer memoria, en la imagen del desaparecido como imagen dialéctica, la que “ha vuelto el rostro hacia el pasado” siendo testigo del presente, donde observa lo catastrófico y al tiempo lo utópico. En este sentido, la imagen del desaparecido es la imagen dialéctica, de la re-presentación, de la redención y la de la utopía, la imagen del Ángel de la Historia. El tiempo, en la desaparición forzada, se expresa en la memoria histórica, relampagueante en quienes buscan en el presente. Es el tiempo expresado en la historia de los desaparecidos, sus proyectos de vida, que no cesan mientras se mantenga la esperanza de que estén vivos, e incluso en la posibilidad de su muerte, siguen presentes mientras aparezcan. Su historia y proyecto de vida se condensa en imágenes, en la imagen dialéctica del rostro del desaparecido que se busca, que se hacen Tiempo presente, Tiempo - Ahora.spa
dc.formatPDFspa
dc.format.mimetypeapplication/pdfspa
dc.language.isospaspa
dc.publisherPontificia Universidad Javerianaspa
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.subjectWalter Benjaminspa
dc.titleLo ha sido, sigue siendo. La búsqueda de los desaparecidos como el Jetztzeit o tiempo ahoraspa


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