Description
Años atrás, la pedagogía ignaciana recogió su tradición educativa y la expresó a través de cinco momentos que completan el proceso de aprendizaje. Según Codina (2007), estos momentos son los siguientes: contexto, experiencia, reflexiónimaginación, acción y evaluación (p. 1430). Cada uno de estos corresponde, por cierto, con diferentes instrumentos e hitos del proceso ignaciano registrado, tanto en su autobiografía como en los Ejercicios espirituales. Para el presente desarrollo, me ha parecido valioso remitirme a dicho esquema para expresar el sentido de las humanidades en el proyecto educativo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Sigo de este modo los cinco momentos de la pedagogía ignaciana, pero procuro mantener dos características de esta pedagogía de modo transversal a toda mi presentación: flexibilidad y apertura. La ventaja de que lo ignaciano no sea propiamente un «modelo cerrado» permite conservar su dinamismo y subrayar, más bien, las grandes intuiciones ignacianas que iluminan la formación. Por tanto, no pretendo ofrecer un modelo humanista cerrado, sino uno que «dé qué pensar»1 y se mantenga abierto, como el itinerario de aquel a quien se dirige la formación: la persona. San Ignacio de Loyola tiene una atención dedicada y una valoración de la persona.