El presente ensayo sustenta la tesis que la crisis ocasionada por el COVID-19 ha trastocado los valores que sostienen a la sociedad actual y poco a poco, está llevando a pensar que lo más valioso, lo más sagrado, el verdadero axis mundi, debe ser el cuidado de la vida humana. Este es el reto más grande y, de cierto modo, el punto de articulación de todos los demás retos que nos plantea el COVID-19. Sobre todo, porque al hablar de “cuidado de la vida” debe tenerse en cuenta que se trata de un cuidado que debe hacerse de manera solidaria e inclusiva, pues la solución ante esta emergencia se obtendrá únicamente sí se actúa de forma unida, como humanidad, superando fronteras, razas, religiones, como si el mundo entero fuera una sola nación. Hoy más que nunca se deben poner en práctica las enseñanzas de Jesús de Nazareth, que nos llevan a vivir en comunidad, en donde todos cuidamos unos a otros; y de cierto modo, se nos devuelve bien por bien, puesto que el cuidado del otro se convierte en el cuidado propio, concretando la máxima “hacer a los demás lo que queremos que hagan con nosotros”.