Description
Este libro trata precisamente de las maras, como se las denomina en Guatemala, El Salvador y Honduras, o de las pandillas, nombre que reciben en Nicaragua. Las maras son un fenómeno de la globalización que estamos viviendo localmente. No podemos entrar en ciertos barrios urbanos de noche y, a veces, ni de día, por temor a ser asaltados. Hay zonas urbanas proscritas para la ciudadanía común y corriente. Además, estamos viendo casi a diario noticias, como la anterior, de asesinatos y venganzas en cadena entre maras o pandillas, hasta superar en número el producto trágico de la represión sangrienta de los ochenta. Ordinariamente no se trata de masacres colectivas o masivas, pero el número es como un goteo de sangre que hace rebalsar, a lo largo del año, muchas cubetas de censos.
Los jóvenes autores y autoras centroamericanas de este libro desnudan la apariencia y nos rompen el cliché fomentado por los medios de comunicación, según el cual los mareros son poco menos que diablos que la policía u otros cuerpos ocultos deben hacer desaparecer. A través de entrevistas y círculos focales y a través de la convivencia en los barrios, nos ayudan a ver el fenómeno desde dentro y despiertan en nosotros/as una simpatía, provocada por la inmensa necesidad de afecto y autoestima de estos jóvenes. Pero gradualmente esta imagen romántica se desvanece cuando se constata que los mareros son vehículo duro y sin sentimiento de una violencia imparable. Se percibe en algunos estudios de países ese choque entre la simpatía y la revulsión que a veces paraliza la acción y el intento de buscar una solución aparentemente imposible.
Este libro nos ayuda a conocer las causas de la existencia de las maras y pandillas en su acepción actual, aunque al terminar de leerlo no quedemos completamente satisfechos, ya que se trata de un fenómeno multifacético y las causalidades se entremezclan. La causa no es sólo la pobreza, pues hay mareros de clases medias bajas; no es sólo la migración, porque no todos los que viajan a EE.UU. y regresan traen de vuelta esta remesa cultural; no es sólo el desempleo, puesto que hay jóvenes desempleados que no están organizados de esta manera; no es tampoco únicamente la desintegración familiar y la ausencia de autoridad en el hogar, pues hubo un tiempo en que había desintegración familiar y no había maras. Ni sólo el narcotráfico y la competencia por territorio para distribuirla, porque hay muchas maras que, aunque consuman mariguana, no son vehículos directamente de un negocio. Y así podemos seguir.
Lo que sí queda claro es que las maras y pandillas, así como se dan en nuestras ciudades hoy en día, son un efecto de la globalización en la cultura popular urbana de la juventud. En este sentido, los estudios por países de este libro dan pie para relacionar el auge de este fenómeno con otros de corte típicamente globalizado que aparentemente no tienen nada que ver con él, como el auge del empleo fabril femenino (maquilas). El empleo que las jóvenes encuentran puede ser un espejo de frustración y un polvorín de agresividad para los jóvenes desempleados. Es sólo un ejemplo.
En la búsqueda de las causas se enfoca el ciclo del joven desde que se inicia en la pandilla hasta que sale de ella, o simplemente se calma o cae preso; se enfoca la vida de algunas pandillas que nacen, crecen y desaparecen, muchas veces por efecto de la acción policial; y se enfoca el nacimiento de esta ola pandilleril que coincide más o menos con el tiempo en que las guerras centroamericanas iban ya madurando en su seno un proceso de pacificación por la mitad o fin de la década de los ochenta. Curiosamente se muestra cómo "la paz" firmada sobre el papel es el espacio en que a borbotones estalla este nuevo tipo de violencia ciudadana juvenil. Todos estos acercamientos metodológicos para buscar el porqué de la existencia de las maras o pandillas son procesuales, porque apuntan a proseguir el estudio del tema con más profundidad. No es de extrañar que las causas del fenómeno no queden definitivamente comprobadas en su correcta dimensión, ya que trascienden la conciencia de los jóvenes. Ellos están inmersos en una ola que los trae y los lleva sin saber ellos por qué. Ellos sólo dan argumentos superficiales y localistas para matar, pero ignoran a quién están sirviendo y para qué. De allí que las respuestas explícitas que ayudan a comprender el fenómeno no basten, como se afirma en las conclusiones.
Entre líneas puede el lector o la lectora encontrar muchas pistas concretas, todas ellas con dificultades. Dar trabajo a miembros de la mara puede llevar al fortalecimiento de la misma por la compra de municiones con el dinero ganado. Las casas de rehabilitación en lugares apartados pueden ser espacios temporales de donde al salir puede el exmarero recaer si no se le saca del medio. El traslado a otro medio, por ejemplo, a otra ciudad u otro país, no es factible solución para muchos. Más aún, las maras están dispersas por todo el continente y su número tiene una identidad trasnacional. Las cárceles en vez de ser reformatorios son universidades de marología y puestos de retaguardia para comandantes de la pandilla. La "calmación" de mareros que no niegan su pertenencia a la mara, sino que desarticulan su actividad, supone todo un movimiento que va hacia la rehabilitación de la mara, no a su supresión, ni a la renuncia de sus miembros a ella. Parece que el medio más eficaz es el paso de la edad y el matrimonio, cuando el marero sobrevive a tan peligrosa existencia.
Todas estas soluciones alternativas y muchas más pueden desprenderse de la lectura de este libro como necesarias, pero si se quiere poner la cura en la raíz del árbol y no en los frutos podridos, hay que atinar con las causas y distinguir en ellas las fuerzas de la globalización que las fortalecen y las fuerzas que se pueden utilizar para encontrar en ellas una solución también global. La misma globalización ha de tener en sus entrañas el principio de la solución.
Ricardo Falla, S.J.