El autor da testimonio de primera mano del martirio de los jesuitas asesinados el 16 de noviembre de 1989. Después de veinticinco años este acontecimiento ha servido de fuente de inspiración. Rodolfo Cardenal lo dice así: “Fui testigo privilegiado del nacimiento de esa UCA, así como también lo había sido, antes de 1989, de su construcción y desarrollo. En los primeros momentos la cuestión era si la UCA era viable sin los mártires. Y si lo era, cómo continuar. La única respuesta posible estaba en intentarlo. La tradición universitaria de Ellacuría y sus compañeros decía que el intento valía la pena. La ausencia de los mártires se hizo sentir con fuerza, sobre todo, en los momentos más críticos del país y de la UCA. Pero no nos abandonaron por completo. Al contrario, se hicieron presentes con gran claridad, pero de otra manera. Así, nos hicieron participar en lo que los teólogos llaman ‘la comunión de los santos’”.