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A propósito de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco “La alegría del evangelio”, el autor hace una reflexión de la alegría Mons. Romero, su opción por la justicia y el reto de construir un nuevo modelo de civilización, que no sea la civilización del capital. El autor establece afinidades y puntos de encuentro entre Mons. Romero y el Papa Francisco en esta dirección. El autor recuerda que Monseñor Romero expresó: “He pretendido esclarecerles el último criterio, que es teológico e histórico, para la actuación de la Iglesia en este campo: el mundo de los pobres. Según les vaya a ellos, al pueblo pobre, la Iglesia irá apoyando desde su especificidad uno u otro proyecto político. Creemos que ésta es la forma de mantener la identidad y la misma trascendencia de la Iglesia. Insertarnos en el proceso socio-político real de nuestro pueblo, juzgar de él desde el pueblo pobre e impulsar todos los movimientos de liberación que conduzcan realmente a la justicia de las mayorías y a la paz para las mayorías. Y creemos que ésta es la forma de mantener la trascendencia e identidad de la Iglesia porque de esta forma mantenemos la fe en Dios”. El autor expresa la afinidad que tiene el papa al afirmar: “Ya no se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está sólo para preparar las almas para el cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna” (Exhortación apostólica Evangelii gaudium 182).