La esperanza es una virtud pero también supone una necesaria disposición humana para crecer en ella. No es suficiente tener un sano optimismo ante los retos y los obstáculos de la vida. El autor de este artículo hace una preciosa reflexión sobre la esperanza teniendo como horizonte los jóvenes de hoy. Él establece una distinción entre el optimismo y la esperanza: “presenta cinco senderos prácticos para desarrollar en la pastoral juvenil ese plus creyente de la virtud de la esperanza sobre el valor del optimismo: 1) la experiencia del don de Dios y de su bondad y misericordia; 2) la experiencia de la conversión; 3) la iniciación a la oración; 4) la experiencia de Iglesia y 5) el compromiso con el amor solidario.