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La opción por los pobres es fundamental para Jesús de Nazaret y lo sigue siendo para todos los cristianos que quieren vivir el Evangelio con fidelidad. Si ser cristiano es vivir la dimensión de ser verdaderos discípulos(as) y apóstoles de Jesús, la opción fundamental por los pobres es parte constitutiva de la identidad de la vocación cristiana.
El retorno a la fuente del Evangelio y la actualización de la misma, hace partícipe de la Kenosis de Jesús, que se encarnó en la cultura de su pueblo judío, pero con la característica que no hizo alarde de su prerrogativa de ser verdadero Dios, sin asumir la plenitud de ser humano. Este vaciamiento va fecundado del abajamiento hasta tocar las raíces de la condición humana y de la pobreza. Siendo de condición divina pasó haciendo el bien, como uno de tantos judíos marginales de su tiempo, hasta que resplandeció su divinidad en la entrega total en la cruz, asumiendo el sufrimiento, el dolor y la muerte causada por quienes le condenaron en esa ignominia.
Sin extrapolar de manera ingenua el mensaje de las bienaventuranzas, la centralidad de los pobres sigue siendo tan evangélica como en el contexto de Jesús. Desde esta perspectiva podemos recuperar la espiritualidad de Jesús, como nos invitan los autores del presente artículo a realizarlo para fortalecer el compromiso con el pobre.