Description
La mística de trabajo en equipo está fecundada de una experiencia de solidaridad y fraternidad. La globalización promueve el individualismo voraz y el utilitarismo del mercado, la autora dice que “necesitamos volver a una idea donde las personas no estén concentradas en una tarea determinada o una actividad aislada sino en un resultado colectivo (LÓGICA DEL EQUIPO). ¿Y qué produce ese resultado? Para Ignacio de Loyola hay dos elementos interrelacionados, que son como una unidad vital para que el equipo funcione. El primero, busca que los miembros del equipo quieran trabajar (querer y desear): los que más se querrán afectar y señalar en todo servicio de su Rey Eterno y señor universal, [EE.97]; y el segundo elemento, es la capacidad de saber delegar. En una carta a Simón Rodrigues, Ignacio deja clara su posición al respecto: Todo lo dejo a su buen criterio y consideraré que lo que usted resuelva es lo mejor. Si unimos el querer con el delegar en una tarea que se hace en equipo, las preguntas individualistas como ¿qué quiero?, ¿qué me interesa? ¿Dónde sacaré mayores beneficios?, se sustituyen por una pregunta: ¿Qué debemos hacer para realizar la tarea? Esa misma pregunta lleva implícita la creación de un ambiente de trabajo, en cuanto que todos se identifican con el proyecto y asumen la responsabilidad de obtener buenos resultados. En la práctica se logra un proceso de producción y aprendizaje. Todos aprenden, todos asumen los errores del equipo si se da el caso”. Esta estrategia es importante para la eficacia apostólica en un contexto complejo como lo es la sociedad global del siglo XXI, y también necesaria para el liderazgo ignaciano que busca la excelencia en la vida apostólica.