Jesucristo es el mediador que inicia el reinado de Dios en la historia. Esta buena noticia tiene implicaciones personales y sociales. Jesús nos hizo comprender que cuando Dios reina ocurre una revolución en el modo de pensar y de actuar, libera la conciencia oprimida, transforma la praxis: “El tema de la predicación de Cristo no fue él mismo ni la Iglesia, sino el reino de Dios. El reino de Dios expresa la total liberación de la realidad humana y cósmica, utopía inscrita en el corazón del hombre. Es la situación nueva del viejo mundo, totalmente lleno de Dios y reconciliado consigo mismo. En una palabra: se podría decir que el reino de Dios significa una revolución total, global y estructural del viejo orden llevado a cabo por Dios y solamente por Dios. Por eso, el reino es reino de Dios en sentido objetivo y subjetivo”.