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En este artículo la autora comparte el testimonio de la práctica del acompañamiento. Se puede apreciar cómo se realiza el acompañamiento de manera natural y sobre todo siguiendo el movimiento del Espíritu en su biografía. El acompañamiento no solo es una práctica personal y grupal sino que es un don de Dios: “He aquí el reto para el acompañamiento espiritual: Descubrir, saborear y compartir con otros la fascinante aventura de adherirse a Dios y, como Ignacio de Loyola, dejarse conducir por el Espíritu a donde no sabía, recorriendo poco a poco el camino que se le abría, sabiamente ignorante, puesto sencillamente su corazón en Cristo (Cfr. P. Nadal)”.