dc.description | Jesús es un hombre de oración. De esto dan testimonio los abundantes textos de los cuatro evangelios: “Llama poderosamente la atención el que la tradición evangélica no mencione que Jesús, como cualquier judío de su tiempo, rezase en el templo, al que acudió con frecuencia (Mc 14, 49; Lc 2,46; 19,47; 21, 37-38; Jn 2,14; 10,23), en la sinagoga, donde 'siempre enseñaba' (Jn 18,20; Mt 13,54; Mc 1,21; 3,1; 6,2; Lc 4,16; 6,6; 13,10; Jn 6,59), ni a diario en las horas de oración; y sí, en cambio, lo recuerde orando en solitario (Mc 1,35; 6,46; Mt 14,23) o acompañado de sus discípulos (Lc 11,1), en ocasiones importantes para él, tiempos de vocación, confirmada o cuestionada (Lc 3,21; 22,32. 41. 44), o momentos decisivos de su misión apostólica (Lc 6,12; 9,18.28-29; 10,21; 23,34.46) Y después de hacer milagros (Mc 1,35; 6,46; Mt 14,23; Lc 5,16; 9,18; Jn 11,41)". El autor hace una reflexión exegética sobre la oración de Jesús en el evangelio de Lucas, evangelista que más ha tratado de manera sistemática este tema tan importante. | |