San Ignacio fue un auténtico peregrino. En su proceso de conversión su itinerario lo vivió con la intensidad y los deseos de querer encontrar a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Dios. El autor se sitúa en el período de la vida universitaria de San Ignacio: “Estas páginas se escribieron pensando justamente en tantos jóvenes, ellos y ellas, que hoy siguen poblando las aulas de las instituciones universitarias de la Compañía y que, aunque con menos edad que El Peregrino, de uno u otro modo, enfrentan la apremiante necesidad de dar significado a sus vidas, fidelidad a sus ideales y contenido a sus sueños. Algunos osan incluso plantearse las preguntas que acompañaron a Ignacio en aquellos años. Son reflexiones de algún modo extensibles a quienes desempeñan el noble oficio de acompañarles desde la docencia o la investigación".