dc.description | Lo joven ha sido siempre objeto de reflexión. En la literatura clásica se menciona como etapa de pasión, sentimientos desbordantes e incluso locura. Es evidentemente un tiempo crítico, un lugar de paso hacia la madurez donde lo inmaduro se conjuga con lo festivo, donde cuajan amistades profundas, donde se socializa la persona y se aprende a convivir. Gregorio Marañón en su ensayo, “El deber de las edades”, insiste en que el tiempo de juventud tiene como tarea intrínseca y como deber propio la rebeldía. En su época, ya lejana para nosotros, este insigne ensayista criticaba la masificación del deporte porque lo veía como una continuación de las prácticas masivas fascistas de domesticación de lo juvenil y anulación de la rebeldía.
Mucho tiempo ha pasado desde entonces y hoy tendemos a contemplar una juventud con relativa poca iniciativa, con una mínima capacidad crítico-constructiva frente a los dinamismos sociales y políticos, y, ciertamente, más centrada en sus ensoñaciones afectivas y en sus necesidades consumistas que en el deber de la rebeldía. Evidentemente sobre el mundo joven ha habido toda una serie de influencias y factores que han determinado un modo de ser alejado hoy de la búsqueda de soluciones racionales y globales para los problemas de la actualidad, más refugiado en lo parcial y más influido por modas y propagandas.
Ciertamente no se trata en estas líneas de calificar como mejor o peor a los jóvenes de hoy. Con sus dificultades, manejan con frecuencia mejor que los adultos su relación con los demás. Incluso las crisis de las utopías les han llevado al cultivo de compromisos más cercanos al dolor humano en vez de a la desesperación, desencanto cínico, o incluso depresión a las que arrastró a muchos adultos ese mismo fenómeno. Pero sí queremos contemplar fundamentalmente los problemas de lo juvenil, como nueva realidad de nuestra época, para poder después reflexionar sobre caminos de trabajo con este sector tan amplio y determinante dentro nuestra realidad humana y social. Sin afán de ser exhaustivos, enumeraremos, pues, algunos de los factores que suelen caracterizar al mundo juvenil actual para reflexionar después sobre los retos que la juventud nos plantea en la actualidad desde el campo de la fe. | |