El autor hace una reflexión ética a propósito del proceso de las aperturas comerciales en Centroamérica en el contexto de la firma de los Tratados de Libre Comercio con los Estados Unidos, cuestionando el horizonte global en que nos situamos para realizar nuestros proyectos apostólicos. También profundiza en algunas constantes de las aperturas comerciales, destacando las posturas optimistas y algunas de sus limitaciones: “Es absurdo convertir el mercado y sus leyes en horizonte absoluto, y proponerlo como un fin universal que ha de alcanzar la humanidad, como si fuera la mega-institución que resolverá los problemas económicos y sociales globales. Este optimismo contrasta con los resultados y las consecuencias que ya se perciben muy claramente y no son nada halagadores para los pueblos del tercer mundo”.