La humanidad actualmente enfrenta un periodo de crisis de una modernidad cimentada en el principio de la razón convertida en el tribunal que juzga todo tipo de conocimiento, toda forma de convivencia y organización de la vida social, etc. La razón está hoy siendo juzgada por la sensibilidad, la estética, etc. Sin embargo, la síntesis de la razón y la sensibilidad es posible por la propia constitución del ser humano y es “conditio sine qua non” para unir las voluntades de toda la humanidad que va madurando en la crisis, teniendo no sólo un horizonte utópico de un contrato social global limitado, empobrecido porque se conforma con enfrentar los males pero no busca acabar con ellos, por eso es importante proyectar las miradas más allá, para que las migraciones no sean concebidas como un mal sino como una “virtud” una fortaleza, que posibilite el diálogo, la comunicación y la riqueza compartida entre los seres humanos y las culturas.
El ser humano tiene la capacidad de saber hacer con las cosas y no necesariamente está condenados al pragmatismo. Tiene sensibilidad y no está reñida con la inteligencia o la razón, puede navegar en las profundidades de la subjetividad y el inconsciente sin embargo también tiene capacidad para situarse en las condiciones objetivas que impone la realidad. El ser humano es naturaleza pero no está predeterminado a un modo específico de habérselas con la realidad y es capaz de hacer, transformar la historia. La historia no es un producto de una evolución natural de la especie.