El P. Juan Ramón Moreno fue un hombre de Dios, se consagró al servicio de los demás. “En los momentos más difíciles para Moreno, Amando López se presentaba en el noviciado con una botella de coñac debajo del brazo y dos puros en la bolsa de la camisa. Estas largas conversaciones entre amigos le devolvían la confianza y le daban ánimo para continuar". Así de humano era Juan Ramón Moreno, Su testimonio de fe y promoción de la justicia le llevaron al martirio con sus compañeros jesuitas, entre los que figuran Amando López, el 16 de noviembre de 1989.