Toda verdad cristiana encuentra su verificabilidad en el hecho de que es de alguna manera «factible». Pero factible en unas determinadas condiciones: la verdad cristiana necesita ser «hecha en el amor» (Ef 4,5).
Las reflexiones que siguen engarzan los tres términos del título para dejar claro que la verdad cristiana, en definitiva, se acredita en la praxis de justicia que es capaz de generar. La «lucha por la justicia» o «dignidad preeminente del pobre», según nos recordaba Juan Pablo II en la Laboren Exercens (n. 8), son reválidas de la fidelidad a Cristo de la comunidad creyente.