Description
Todos tenemos nuestros modelos de referencia que nos muestran un norte. Mi mamá, sin duda ninguna, ha sido en mi vida una luz muy brillante que me ha iniciado en la experiencia de Dios. Después de ella vinieron muchos otros que fueron apareciendo en mi vida conforme escogía mis propios caminos. Personas que me enseñaron mucho y me acompañaron con amor y mucho respeto. Es como si yo tuviera ángeles de la guarda ayudándome a caminar. Esta es mi primera gracia recibida.
Para poder reflexionar sobre mi compromiso como cristiana debo necesariamente hacer una retrospectiva histórica. Los valores cristianos siempre han estado muy presentes en el seno de mi familia. Desde los primeros años de mi adolescencia participé de grupos de jóvenes cristianos. Poco a poco nos fuimos acercando a la dura realidad de la pobreza extrema, los asentamientos, las pésimas condiciones de vida, familias que migraban del campo a la ciudad buscando una vida mejor. A la vez descubríamos la Teología de la Liberación, una visión de Jesús que luchó por el amor entre los hermanos y por la justicia. Bajo la inspiración de un Dios que es Padre y que nos invita a la construcción de un reino de amor y justicia, con una opción preferencial por los pobres, nos involucramos con las comunidades de base, trabajando con niños y jóvenes. Como todos sabemos, un compromiso lleva a otro y la realidad nos va empujando a asumir nuevos retos. Como dice el poeta, uno va haciendo camino al andar, y a partir de mis experiencias en grupos cristianos, la educación ha surgido en mi vida como un camino, un compromiso de fe y de transformación de la realidad. Hice una opción consciente al escoger la educación como un medio a través del cual creía poder aportar a la construcción de una sociedad distinta. Otra gracia recibida.
La realidad marca, toca, sensibiliza a cada uno de nosotros, de manera distinta, pero siempre nos transforma, nos llama, nos impulsa a reflexionar y a actuar.