Description
Una verdadera apología del Espíritu Santo y de su acción en nuestro interior, es lo que les ofrecemos en las siguientes líneas. Y por si hay algún desesperanzado, estas paginitas resultaran, ojalá, una fuente segura de mirada ilusionada hacia el corazón.
El tiempo de la Iglesia es el tiempo del Espíritu, el tiempo del fiel Defensor que nos guiará hacia la verdad completa (cf, Jn 16,13) o, como también se ha dicho, el tiempo de "quien hará posible que el plan salvador se realice de verdad en la humanidad". Es el tiempo del que actúa con nosotros y nunca sin nosotros. Es el tiempo del aliento, la invitación, el arrojo y la superación.
Son muchísimas las ocasiones en que la Biblia hace referencia a la acción del Espíritu: en el Antiguo Testamento más tímidamente que en el Nuevo pero muy en relación con los Profetas que, desde esa perspectiva, podrían ser definidos como hombres movidos por el Espíritu. En los evangelios el Espíritu Santo aparece en estrecha relación con Jesús, como si fuese su misma interioridad, y, en los Hechos de los Apóstoles aparece como el actor determinante de las decisiones más importantes de las primeras comunidades. Ahora bien, si afinamos la mirada, nos encontramos con que el Espíritu siempre actúa en las personas y muy especialmente en el origen más hondo de la libertad y el amor humano; su escenario privilegiado es la interioridad de las personas.