Description
En el ámbito judeocristiano (como por lo demás en otras religiones) siempre se ha ligado la vida con el aliento divino. El Salmo 104, que describe y canta la creación, puede ilustrar esta perspectiva: "Envías tu aliento y son creados y renuevas la faz de la tierra" (v. 30). Ya al principio, dice el poema sacerdotal de la creación, cuando todo era un caos informe y tenebroso, "el espíritu de Dios se cernía sobre las aguas" (Gn 1,2). Puede discutirse exegéticamente el significado del verso; pero no hay duda de que la tradición no lo ha interpretado como un apunte cosmológico (el movimiento vibratorio de ese légamo primordial) sino como una representación (al modo del incubamiento o de la fecundación) de la intervención transcendente del Espíritu en la creación. Por eso lo llamamos en el Credo "Señor y dador de vida". De modo particular se liga la vida humana con el soplo de Dios (Gn 2,7).