dc.description | América Latina tiene una larga historia de dictaduras y regímenes autoritarios, de imposiciones a fuerza de fusil y la bayoneta, violando los más elementales derechos de los pueblos.
En nuestra América, los Estados se han conformado en base a criterios de la cultura occidental. Esto no es negativo en sí mismo. Sí lo es el hecho de no tomar en cuenta las experiencias organizativas propias de las comunidades indígenas, su forma de organización social y política; obstaculizar e impedir que sean los indígenas quienes decidan la manera de organizarse política y socialmente en atención a sus necesidades e intereses.
De ahí que se diera lugar no sólo a Estados excluyentes, sino también a sociedades en las que la cultura dominante continúa marginando a los indígenas y a todas aquellas expresiones que intentan democratizar la vida económica, política, social y cultural de los países americanos.
Para los dirigentes políticos ha sido más importante y se han preocupado por la constitución de sociedades integradas al mercado mundial o regional, no así por la construcción de sociedades internamente integradas. Esto no quiere decir que deba tenderse a la igualdad, dinámica destructora que los pueblos indígenas americanos conocemos muy bien, por medio de campañas de aculturación o asimilación. Las relaciones pueblos indígenas-Estado en América Latina han sido relaciones que gravitan en torno a la exclusión y marginación de los indígenas. Esto se explica fácilmente porque desde el Estado se ha dirigido el sometimiento, la explotación y la opresión de nuestros pueblos. | |