dc.description | En la Congregación General 34 había inquietud por la situación de nuestras comunidades locales. Para algunos el intento de reorientar nuestra vida comunitaria era cuestión de "vida o muerte". Sin embargo, el borrador presentado por la Comisión correspondiente no satisfacía a los congregados. Otra Comisión, la que trataba el tema del liderazgo en la Compañía decidió finalmente no decir nada sobre el Superior local, tema éste de verdadera importancia al tratar de estilos comunitarios en la Compañía. Al final prevaleció la idea de que se lleve a cabo un examen de nuestra práctica del Decreto 11 de la C.G. 32 (CG 34, 1, 10).
El origen de la inquietud por la vida comunitaria aparece definido ya en parte en la CG 32. Al ser universal la misión de la Compañía, la "gran variedad social y cultural de nuestro mundo" le ocasiona "una muy amplia dispersión de hombres y ministerios" (CG 32, 11, 4). Al mismo tiempo los jesuitas provienen hoy "de ambientes sociales y culturales mucho más diversificados que en el pasado" (CG 32, 11, 16). Y a ello se le añade el influjo de la mentalidad moderna que "carga más el acento en la libertad individual que en la subordinación de los individuos al grupo" (Ibíd.). Es evidente que esta conciencia respondía a la problemática de una época que en muchos aspectos continúa presente.
Los cambios producidos en la Iglesia tras el Concilio Vaticano II afectan también a un estilo comunitario clásico de la Compañía, algo teñido de elementos monásticos. La desaparición de esos elementos no fue seguida, en general, por la creación de nuevos modelos comunitarios que contribuyeran a la vivencia específicamente jesuítica de la comunidad.
La CG 34 recoge en sus discusiones estas inquietudes y las refuerza con otras preocupaciones. De hecho, la insistencia en que la comunidad jesuítica debe vivir en pobreza y ser testimonio de sencillez evangélica respondía al sentir de muchos congregados que pensaban que la Compañía está debilitada por un cierto espíritu aburguesado y comodón, característico de nuestra época. Sin embargo, como decíamos, no hubo ningún decreto que tratara propiamente el tema comunitario. Estas se distribuyen a lo largo de varios decretos y, más específicamente, de las Normas Complementarias.
Ante esto trataremos de resumir lo que la CG 34 nos dice en sus documentos en torno al estilo propio de la vida comunitaria en la Compañía de Jesús. Para ello puede ser iluminador hacer unas breves incursiones previas en el pensamiento de San Ignacio y en la reflexión de la CG 32. Por tratarse de un tipo de comunidad especial dentro de la Compañía, no haremos mayor alusión a la vida comunitaria durante los períodos de formación. Únicamente entresacaremos de las palabras dedicadas por Ignacio a la formación algunos datos que nos reflejen su idea, en general, sobre las comunidades apostólicas. | |