Description
Llamo a este encuentro a Lidia, Safira y Diana a Gomer, Junia y Priscila, a la viuda de Sarepta, a la esclava de Filipos y a la amante del Cantar de los Cantares, integrantes de este mundo desconocido y por explorar. Invoco la presencia de nuestros cuerpos en la lectura de la Biblia, los ojos, sí, pero también los otros sentidos, encontrar los sabores, los olores, las texturas y los sonidos de este mundo extraño y, a la vez, parecido al nuestro. Quiero que estemos presentes de cuerpo entero, con nuestros dolores, placeres, luchas y silencios, nuestras fiestas, rutina y creatividad, nuestras cargas y sueños. Presencia de mujeres -desde siempre- caminar de mujeres diversas en clase, raza, religión y cultura, oprimidas y opresoras, víctimas, cómplices y también victimarías; presentes en nuestras lecturas de los textos sagrados, reclamando su derecho a encontrar allí no más piedras, sino finalmente pan.
Leer la Biblia con ojos de mujer es una tarea compleja, porque no se trata de simplemente "ampliar" el enfoque de la teología de la liberación o de la lectura popular de la Biblia. Se trata de una propuesta radical, en el profundo sentido de la palabra, una propuesta que toca las raíces de nuestra manera de mirar y de percibirnos a nosotros/as mismos/as, al mundo y al cosmos.
Históricamente la lectura feminista de la Biblia no comenzó en las iglesias, ni ha formado parte de las preocupaciones de teólogos y pastoralistas, tampoco de aquellos que han tenido un fuerte compromiso con la justicia social y la liberación de los pueblos. La pregunta crítica por el uso de la Biblia y por el poder que las iglesias mantienen sobre las mujeres surgió más bien desde el movimiento de mujeres.
Eso no es una pregunta que surge hoy. Durante siglos, en el contexto de la lucha de las mujeres por la igualdad y por el derecho al sufragio, ellas se encontraron con que el rechazo de sus reivindicaciones fue justificado con pasajes bíblicos que afirman la subordinación y la desigualdad de la mujer por orden divino. Por otro lado, las mujeres al igual que otros grupos oprimidos han encontrado en la Biblia fundamentos para apoyar su clamor por la igualdad y la dignidad.
Allí surgió la pregunta de si una mujer que busca sus derechos y lucha por su dignidad puede seguir siendo cristiana.