Description
La solidaridad tiene sus anclajes en el espacio y en el tiempo; aunque tiene la memoria del corazón, no se ejercita del mismo modo en la Edad Media que en la vida pos-moderna, ni se practica igualmente en el Norte que en el Sur. Tiene sus puntos de referencia en el espacio ya que se instala en las necesidades sociales que están siempre territorializadas, y en el tiempo ya que incorpora también la historia de la carencia. Del espacio y del tiempo le vienen su acreditación social y su legitimación ética. Si no atiende al tiempo y al espacio, la solidaridad es puramente autista y se convierte en un lugar de lisiados de espíritu; por el contrario, de ellos recibe su propio perfil histórico, su realización concreta y sus interpelaciones.
La solidaridad es como una especie de chispa que explosiona en contacto con la anti historia y con la cruel inhumanidad; una chispa que se activa es contraste y en contacto con los pueblos saqueados y con los lugares de sombra eterna; y al explosionar se sustancia en dispositivos prácticos que le confieren su radicalidad.
La mundialización es el gran parto de nuestro tiempo, simultáneamente deseado y herida por donde sangra la humanidad y a la vez revive. Responde ante todo a una nueva fase de la expansión del capital que rompe las trabas impuestas por los propios estados nacionales. La globalización económica es obra de la capacidad del dinero para romper las fronteras y abolir las cortapisas, en sus tres modalidades del capital-mercancía, capital-dinero y capital-productivo. En segundo lugar; la mundialización responde a una nueva fase del desarrollo tecnológico, especialmente en el ámbito de los medios de comunicación que desbordan con creces el marco de las fronteras nacionales y crean un mundo interconectado a la velocidad de la luz. Por último, el proceso de mundialización ha generalizado igualmente el valor de la naturaleza y ha traído la conciencia de pertenencia al único planeta; las condiciones de vida ya no afectan a un país u otro, sino al conjunto del mundo.