Afortunadamente, cuando la ONU habla de la erradicación de la pobreza nadie pregunta «¿qué es la pobreza?» ni «¿acaso los ricos serán los verdaderos pobres?»... Este vicio de bilingüismo o de traslación semántica parece reservado al ámbito teológico y espiritual (¡o espiritualista!). La pobreza, para los organismos internacionales mundiales, es la situación de ese 20% de la población mundial que tiene un ingreso equivalente a 400 US$ anuales. La pobreza incluye a fortiori a la miseria, a esos mil millones de personas que viven con menos de «un dólar por día». La erradicación de la pobreza comienza por la erradicación de la miseria.
Pobreza y miseria no son sólo un hecho histórico crónico, sino un hecho agravado en la actualidad más que nunca antes en toda la historia.
El agravamiento de la pobreza y la miseria en el mundo y, por contrapartida, la concentración de la riqueza y la multiplicación de millonarios, son, sin duda, el hecho mayor de nuestro mundo actual. Es el «signo de los tiempos» más trágico, el que más contradice el plan de Dios y la dignidad humana. Una evangelización encamada y realista deberá tenerlo en cuenta como tal. Para ayudar a ello queremos ahora relacionar la propuesta de la erradicación de la pobreza con la evangelización.