dc.description | Con motivo del recibimiento de su nuevo obispo coadjutor, don Samuel hace un balance breve pero muy significativo del caminar de esta Iglesia, típicamente latinoamericana:
“Hermanas y hermanos: Quiero compartir con ustedes lo que Dios nuestro Padre a través del Espíritu de Jesucristo ha realizado en nuestra Iglesia.
En una comunidad limitada y pecadora como la nuestra, se hace presente la salvación de Jesús, el Mesías en el Espíritu. Por eso, hablar de nuestra Iglesia implica partir de la actividad del Espíritu Santo en ella. Como todos sabemos, en el Símbolo de la Fe se menciona a la Iglesia como obra del Espíritu que continúa lo iniciado por Cristo. Desde el Concilio Ecuménico Vaticano II, Cristología y Pneumatología, encarnación e inhabitación, son los puntos de partida para reflexionar el misterio de la Iglesia. El escándalo de la encarnación cobra una dimensión eclesial al contemplar una comunidad de pecadores en la que se conserva y actualiza la herencia del Señor Jesús. La relación de Dios con la Iglesia nos permite creer en ella como obra de Dios, como lugar de nuestra fe, como marco de nuestro compromiso y testimonio, como el “nosotros” que enmarca nuestra fe personal. Esta es la perspectiva escogida por el Concilio de los Papas Juan XXIII y Pablo VI para hablar de la Iglesia. Esta es también la perspectiva desde la cual nos hemos ido comprendiendo en este largo y doloroso caminar como Iglesia de Cristo en Chiapas.
En nuestro proceso eclesial hemos ido experimentando a la Iglesia como misterio de fe. Desde esta comprensión mistérica de la Iglesia, en nuestra diócesis todos los bautizados son activos tanto en la vida interna como en la misión de la Iglesia (LG 9). El binomio comunidad-pluralidad de ministerios y carísimas ha ido configurando a nuestra Iglesia local. El concilio nos permitió redescubrirnos como Pueblo de Dios lo que nos ha animado a una mayor comunión entre pastores y laicos; a una mayor participación, corresponsabilidad y protagonismo de todos y de todas.
En nuestro caminar como Pueblo de Dios hemos llegado a ver con claridad que la jerarquía es una parte y no toda la Iglesia, que el Espíritu se da a toda la comunidad, no es monopolio jerárquico (LG 12) y que en la Iglesia todos somos simultáneamente Iglesia docente y discente, en virtud de la común vocación y experiencia espiritual, aunque no todos tengamos una función docente jerárquica.
El Concilio vaticano II ha contribuido de manera decisiva en la renovación de esta Diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Somos una Iglesia que, bajo el impulso del Espíritu Santo procura seguir a Jesucristo.
En nuestro peregrinar hacia el Padre en el seguimiento del Hijo nos hemos interrogado sobre nuestra significación y función en el mundo, no de forma aislada y abstracta sino en el contexto histórico y conflictivo en donde nos ha tocado vivir nuestra fe. Medellín y Puebla nos han ayudado a ubicarnos en este contexto histórico y conflictivo de todos ustedes conocido. El buscar ser una Iglesia encarnada en el mundo nos ha llevado a realizar un discernimiento a nivel de toda la Diócesis. Así, hemos ido adquiriendo una conciencia adulta que nos capacita para asumir la evangelización del mundo y la construcción del Reino”. | |