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dc.creatorSobrino, Jon
dc.date1996-03
dc.date.accessioned2023-03-22T18:06:42Z
dc.date.available2023-03-22T18:06:42Z
dc.identifierhttp://repositorio.uca.edu.ni/4039/1/El%20conflicto%20intraeclesial.pdf
dc.identifierSobrino, Jon (1996) El conflicto intraeclesial. Diakonia (77). pp. 38-45.
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/20.500.12032/78456
dc.descriptionPretendemos analizar cómo una nueva eclesiología ha hecho posible y real el conflicto eclesial. No se pretende afirmar que la eclesiología como mera teoría haya desencadenado los conflictos, sino que una nueva eclesiología ha desbloqueado la justificación de la unidad de la Iglesia, considerada como uniformidad y ha hecho que la Iglesia se introduzca realmente en el mundo, que es el lugar del conflicto. Obviamente esto sólo lo podemos hacer programáticamente, sin descender a detalles, apuntando sólo a aquellos momentos del desarrollo verdaderamente significativos. Como primera afirmación fundamental podemos decir que la Iglesia no es el Reino de Dios. Cuál sea su relación positiva con ese Reino es otro problema que analizaremos más adelante. Pero ahora conviene insistir en la negación, pues es el primer paso para desbloquear una falsa eclesiología, tanto por lo que toca a los contenidos como al mismo proceso de justificación de esos contenidos. Ese descubrimiento eclesiológico, que hoy es evidente y puede leerse en cualquier manual moderno de eclesiología, sucedió más o menos con el cambio de siglo, cuando se descubrió que el mensaje de Jesús era un mensaje escatológico. En el análisis de eso escatológico, último, al servicio de lo cual estaba Jesús, se descubrió que lo propiamente escatológico era el reino de Dios, y no la Iglesia. Jesús no predicó ni instituyó -en el sentido convencional del término- una iglesia, sino que anunció un reino de Dios que se acercaba. Lo último y definitivo para Jesús era el reino, y no la Iglesia. Eso no significa en absoluto que no exista una continuidad teológica e histórica entre Jesús y la Iglesia que surge después de su resurrección, y que en este sentido no se deba hablar de una «fundación» de la Iglesia por Cristo. No es éste el lugar para desarrollar positivamente este tema. Lo importante es recordar que lo último es el reino, y que la Iglesia no tiene ese carácter absoluto que le compete sólo al reino, sino que tiene un carácter relacional. Como en el caso de Jesús, su esencia y plenitud se deriva de la relación al reino.
dc.formattext
dc.languagees
dc.publisherCentro Ignaciano de Centroamérica
dc.relationhttp://repositorio.uca.edu.ni/4039/
dc.rightscc_by_nc_nd
dc.subject262 Eclesiología
dc.titleEl conflicto intraeclesial
dc.typeArticle
dc.typePeerReviewed


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