El autor, con su acostumbrada claridad y su poder de síntesis, nos presenta una visión de conjunto de los «datos para el debate».
Estas líneas no pretenden resolver ni imponer nada. Sólo suministrar rápida y simplificadamente los argumentos en juego para información del lector, y para ayudar a enfriar la polémica. Pues hoy nos creemos hijos de un mundo ilustrado, pero la víscera cardíaca nos funciona como nunca a la hora de argumentar. Y los fundamentalismos no son cosa infrecuente como tendemos a creer.
El tipo de argumentos que entra en juego en el tema del sacerdocio de la mujer, se reduce fundamentalmente a dos: el ejemplo de Jesús y la naturaleza del sacerdocio. Vamos a verlos un poco más despacio.