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Los religiosos, por su estado, dan claro y eximio testimonio de que el mundo no puede ser transfigurado, ni ofrecido a Dios, sin el espíritu de las bienaventuranzas (LG 44)
Descripción de la veda religiosa en américa latina, algunos datos estadísticos:
En la historia de los 500 años de América Latina y el Caribe ha sido un factor sustancial la presencia evangelizados de múltiples congregaciones de vida religiosa, femeninas y masculinas. Gran parte del proceso de evangelización y de la formación cultural de nuestros pueblos es deudora de la presencia y acción de las religiosas y de los religiosos. “La vida consagrada, arraigada desde los antiguo en los pueblos de América Latina, es un don que el Espíritu concede sin cesar a su Iglesia como ‘medio privilegiado de evangelización eficaz’ (EN 69; DP 739).
Aunque faltan precisiones sobre los datos estadísticos de los últimos años, se calcula que en América Latina y el Caribe las religiosas son aproximadamente 110.000 y los religiosos unos 50.000. En algunos países es alto el porcentaje de religiosas y de religiosos extranjeros que prestan un generoso servicio a la evangelización de nuestro continente.
Las religiosas y religiosos constituyen en América Latina cerca del 70% de los agentes dedicados a la pastoral. Un buen número de ellas y de ellos pertenecen a institutos surgidos en los diversos países del continente. Se constata, sin embargo, una gran concentración de religiosos y religiosas al servicio de las clases acomodadas.
Las numerosas congregaciones femeninas y masculinas se organizan en cada país en tomo de las conferencias nacionales de religiosos, que juntas forman la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), surgida hace 34 años, por iniciativa del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Actualmente hay 25 conferencias nacionales de religiosos en 22 países. En tres países hay dos conferencias, una masculina y la otra femenina.
En los últimos decenios, la vida religiosa en América Latina fue particularmente sensible al espíritu renovador y a las directrices emanadas del concilio Vaticano II, de las conferencias de Medellín y de Puebla y de las constituciones renovadas de los diferentes institutos. Este proceso implicó una relectura de los carismas y de las propias fuentes, efectuada, muchas veces, a partir de experiencias concretas de un pueblo pobre y oprimido. El camino recorrido ha encontrado apoyo e impulso importante en las iniciativas surgidas de las conferencias nacionales y de la CLAR. Estos organismos han acompañado muy de cerca el proceso de renovación mediante seminarios, cursos de formación, asesoramiento teológico, publicaciones, talleres, asambleas. Y con estas ayudas la vida religiosa se enriqueció y pudo ofrecer una respuesta más adecuada a los desafíos provenientes de la Iglesia y de la sociedad.
Muchas congregaciones religiosas, animadas por este espíritu renovador, lograron notables cambios de lugar social, incluso dejando algunas obras tradicionales y asumiendo otras nuevas, más acordes con las necesidades del pueblo y de la Iglesia. Se produjeron tensiones y conflictos en las mismas congregaciones religiosas y también con los pastores, en la interpretación de este proceso renovador.